La capacidad de un barco para flotar, a pesar de su peso aparente, se debe a un principio fundamental de la física conocido como el principio de Arquímedes.
Este principio establece que cualquier objeto sumergido en un fluido experimenta una fuerza ascendente, llamada empuje, igual al peso del volumen de fluido desalojado por el objeto.

En el caso de los barcos, su forma hueca permite que desplacen una gran cantidad de agua. El peso de esta agua desalojada es mayor que el peso del barco en sí, generando un empuje ascendente suficiente para contrarrestar la fuerza gravitatoria y mantener el barco a flote.
La densidad también juega un papel crucial en la flotabilidad. Los barcos están diseñados para tener una densidad menor que la del agua. Esto significa que, por unidad de volumen, el barco pesa menos que el agua que desplaza, lo que facilita su flotación.
Ahora, hablando de historia naval, los registros indican que los primeros barcos datan de hace aproximadamente 10.000 años. Estos eran embarcaciones primitivas construidas con troncos y ramas, impulsadas por remos o la fuerza del viento.
A lo largo de la historia, se han desarrollado diversas tecnologías para construir barcos más grandes, robustos y eficientes. Desde las carabelas de la época de los grandes descubrimientos hasta los imponentes transatlánticos del siglo XX, la innovación naval ha permitido a la humanidad explorar nuevos horizontes.
En cuanto a los barcos más grandes que han existido, uno de los ejemplos más notables es el Seawise Giant, un superpetrolero construido en 1979. Con una longitud de 458 metros y una capacidad de carga de más de 650.000 toneladas, este gigante del mar ostenta el récord del barco más largo jamás construido.
Actualmente, los buques portacontenedores también alcanzan tamaños impresionantes. El MSC Irina, por ejemplo, con una longitud de 399 metros y una capacidad de carga de más de 24.000 contenedores, es uno de los portacontenedores más grandes del mundo.
La construcción de barcos cada vez más grandes se debe a la creciente demanda de transporte marítimo para mercancías y pasajeros. Los avances tecnológicos en ingeniería naval han permitido superar los desafíos de construir estructuras flotantes de tamaño monumental.