La historia del motor eléctrico para automoción es una fascinante travesía a través de la innovación tecnológica, marcada por mentes brillantes que visionaron un futuro donde los vehículos se movían sin necesidad de combustibles fósiles.
Si bien muchos consideran a Robert Anderson como el padre del primer vehículo eléctrico funcional, su invento databa de principios del siglo XIX, en torno a 1832-1839. Su creación consistía en una carroza pequeña impulsada por un motor eléctrico rudimentario, alimentado por baterías primitivas.

Sin embargo, este prototipo carecía de la potencia y autonomía necesarias para ser considerado un vehículo práctico. La tecnología de las baterías aún estaba en pañales, limitando severamente el alcance y la eficiencia del motor eléctrico.
Fue a finales del siglo XIX cuando se dieron importantes avances en la tecnología de baterías, lo que permitió desarrollar motores eléctricos más potentes y duraderos.
En este contexto, Ányos Jedlik un ingeniero húngaro, desarrolló en 1850 un pequeño motor eléctrico con una eficiencia notable. Aunque no se utilizó para la propulsión de vehículos, su invento sentó las bases para futuros desarrollos en motores eléctricos.
Posteriormente, en 1884, Thomas Parker** construyó un vehículo eléctrico funcional con un motor de corriente continua alimentado por baterías recargables. Este vehículo era capaz de alcanzar una velocidad máxima de 19 km/h y recorrer una distancia considerable antes de requerir recarga.
En 1890, William Morrison, un inventor estadounidense, presentó un vehículo eléctrico en la Exposición Mundial de Chicago. Su diseño incorporaba un motor eléctrico de corriente continua alimentado por baterías recargables. Este vehículo fue uno de los primeros ejemplos de un automóvil eléctrico práctico y utilizable.
La década de 1890 fue un periodo de gran auge para los vehículos eléctricos, con numerosas empresas dedicándose a su producción y comercialización. Sin embargo, la aparición del motor de combustión interna más potente y económico, junto con la falta de infraestructuras de recarga, llevó al declive gradual de los vehículos eléctricos.
A pesar de este retroceso temporal, la historia del motor eléctrico para automoción no termina aquí. En las últimas décadas, la preocupación por el medio ambiente y el desarrollo de nuevas tecnologías de baterías han impulsado un renovado interés en los vehículos eléctricos. Hoy en día, las empresas de todo el mundo están invirtiendo fuertemente en investigación y desarrollo de motores eléctricos más eficientes y potentes, lo que promete un futuro prometedor para esta tecnología.