Una DANA, que significa Depresión Aislada en Niveles Altos, es un fenómeno atmosférico caracterizado por la presencia de una zona de baja presión aislada en las capas altas de la atmósfera, a unos 5 kilómetros de altura. A diferencia de los sistemas frontales, que se desplazan y evolucionan con el tiempo, las DANAs permanecen relativamente estacionarias, como islas de aire frío en un mar de aire más cálido.
Estas depresiones aisladas suelen desarrollarse en zonas donde hay una gran diferencia de temperatura entre la superficie terrestre y la atmósfera superior. El aire frío proveniente del norte puede chocar con el aire cálido del sur, provocando la formación de una zona de baja presión a gran altitud.

El aire frío circundante tiende a descender hacia las zonas bajas, creando un flujo descendente que puede provocar temperaturas más frías y cielos despejados en la superficie. Las DANAs pueden durar varios días o incluso semanas, manteniendo condiciones meteorológicas estables en una zona determinada.
Una vez que se forma una DANA, su tamaño y posición pueden variar con el tiempo. En ocasiones, las DANAs pueden ser empujadas por vientos de nivel superior, lo que puede provocar cambios en sus características y trayectoria. También pueden interactuar con otros sistemas atmosféricos, como frentes o áreas de alta presión, lo que puede modificar su evolución.
Las DANAs se asocian a diferentes fenómenos meteorológicos, dependiendo de la situación específica. Pueden generar lluvias intensas, tormentas eléctricas, vientos fuertes y temperaturas inusualmente bajas para la época del año. En ocasiones, las DANAs pueden contribuir a la formación de nubes de gran desarrollo vertical, que pueden dar lugar a precipitaciones torrenciales.
Debido a su potencial impacto en el clima, las DANAs son objeto de estudio por parte de los meteorólogos, quienes utilizan modelos atmosféricos y datos de observación para predecir su evolución y posibles efectos.