Urano, el séptimo planeta del sistema solar, es conocido por su inclinación axial extremadamente pronunciada de 98 grados. Esta característica hace que Urano se parezca a un gigante helado rodando sobre su lado mientras orbita alrededor del sol, en lugar de girar como los demás planetas. Además, la rotación diurna de Urano es notablemente lenta y compleja, lo que complica aún más el estudio de su atmósfera.
Un reciente descubrimiento ha revelado una sorprendente tendencia térmica en Urano: el planeta se está enfriando lentamente a nivel del estrato superior de su atmósfera. Esta noticia es especialmente interesante para los científicos, ya que hasta ahora no se había podido determinar con certeza por qué este fenómeno ocurre.

La explicación proviene recientemente de un equipo de investigadores que ha identificado una relación intrigante entre el viento solar y las temperaturas en la atmósfera superior de Urano. El viento solar es una corriente constante de partículas cargadas, principalmente electrones y protones, provenientes del sol.
Este descubrimiento destaca un comportamiento único de Urano: mientras que los planetas internos como la Tierra se calientan principalmente a través de la radiación solar, en el caso de Urano es la interacción con el viento solar lo que controla su temperatura atmosférica superior. A medida que el flujo promedio del viento solar ha disminuido gradualmente desde principios de los años 1990, se ha observado una correlación directa y clara con la disminución en las temperaturas registradas en la atmósfera superior de Urano.
La causa subyacente radica en el magnetosfera de Urano. A diferencia de la Tierra, donde nuestra magnetósfera protege eficazmente del viento solar permitiendo a los fotones solares calentar la superficie y la atmósfera terrestres, en Urano este escenario es diferente debido a su mayor distancia al Sol.
Urano está a aproximadamente 3 mil millones de kilómetros del Sol, mientras que la Tierra se encuentra a solo unos 228 millones de kilómetros. A esta distancia, el número de fotones emitidos por el sol es insuficiente para calentar significativamente Urano. En cambio, el viento solar interactúa con el magnetosfera del planeta, y cuando la presión del viento solar disminuye, el tamaño de su magnetósfera aumenta, dificultando aún más que las partículas del viento solar lleguen a su atmósfera superior.
Esta interacción electromagnética entre el viento solar y el magnetosfera de Urano es la responsable de controlar la temperatura en la zona superior de su atmósfera. Es decir, mientras que los planetas internos como la Tierra dependen del calor proveniente de la radiación solar para calentar sus capas superiores de atmósfera, Urano y otros cuerpos celestes situados más lejos del Sol se ven influenciados por el viento solar.
Este hallazgo tiene implicaciones importantes para futuras misiones espaciales a Urano. En 2023-2032, la Planetary Science and Astrobiology Decadal Survey identificó una misión a Urano como prioridad máxima para estudiar su atmósfera. La idea propuesta es enviar un orbitador y sondas hacia Urano (UOP – Uranus Orbiter and Probe) con el objetivo de comprender mejor este fenómeno térmico.
La nueva investigación no solo responde a la pregunta sobre por qué Urano se está enfriando, sino que también amplía nuestra comprensión de planetas extrasolares. Si esta interacción entre viento estelar y magnetósfera puede ocurrir en nuestro sistema solar, es plausible que suceda en sistemas estelares distantes.
Los científicos podrían utilizar este hallazgo para estudiar la formación de auroras y el potencial habitabilidad de planetas extrasolares. La interacción electromagnética entre un planeta y su estrella madre puede proporcionar pistas sobre si el planeta genera campos magnéticos fuertes en sus entrañas, una característica importante a considerar en la búsqueda de mundos habitables fuera del sistema solar.
El estudio de Urano no solo amplía nuestro conocimiento sobre este extraño gigante helado, sino que también proporciona un nuevo marco para entender los procesos atmosféricos y magnéticos en otros cuerpos celestes distantes. Esto abre nuevas áreas de investigación y posibilita la exploración de sistemas estelares aún menos conocidos.